¿Apagamos la lámpara fluorescente o la dejamos encendida?

Investigadores del CIEMAT y de la ETSIT de la Universidad Politécnica de Madrid aclaran las dudas sobre qué medida favorece el ahorro energético

Las lámparas fluorescentes han estado rodeadas de una cultura popular que propone diferentes maneras de usarlas, en la mayoría de ocasiones sin el apoyo de justificación técnica alguna. En el caso de las lámparas ahorradoras de energía, el usuario necesita conocer si ha de apagar la lámpara cuando sale de la habitación o por el contrario es conveniente dejarla encendida de modo indefinido, no sólo porque algo aparentemente tan nimio tiene repercusiones medioambientales a mayor escala, sino porque ese comportamiento tendrá un reflejo evidente en la factura de la luz, y, por supuesto incide directamente en la vida útil de la lámpara; los hábitos de consumo pueden modificarse si se dispone de la información necesaria. En la actualidad, las lámparas fluorescentes compactas con balasto integrado, ideadas especialmente para sustituir a las lámparas incandescente y comúnmente denominadas “lámparas ahorradoras de energía” constituyen la alternativa real a las lámparas incandescentes tan comunes en los hogares españoles, que resultan tener una menor eficiencia energética y producir un mayor impacto ambiental, además del coste económico que suponen. Éstas y otras cuestiones son las que se abordan en un trabajo que ha sido desarrollado por los investigadores del Centro de Investigadores Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas ([e=http://www.ciemat.es]CIEMAT[/e]), Félix García Rosillo y Francisco Castejón Magaña, y de la [e=http://www.etsit.upm.es]ETSIT[/e] de la Universidad Politécnica de Madrid, Miguel Angel Egido Aguilera. Emisión de gases de efecto invernadero El trabajo de investigación realizado también evalúa las emisiones de gases de efecto invernadero y de mercurio asociadas al uso de las lámparas ahorradoras de energía, así como del coste económico de encenderlas y apagarlas o bien de dejarlas funcionando. Entre las conclusiones obtenidas, se encuentra que el primer criterio de uso consiste en que las emisiones contaminantes y el coste económico se reducen, tanto si la lámpara permanece funcionando el mínimo de horas posible como si el número de encendidos y apagados se reduce al mínimo indispensable. Estos criterios son triviales y coinciden con la intuición de cualquier usuario. Sin embargo no contribuyen a responder a la pregunta sobre si ha de apagarse la lámpara en caso de una salida de corta duración del lugar. ¿Apagar o no apagar…? Si un usuario está interesado en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al uso de la lámpara ahorradora, en caso de salir de la habitación en la que se encuentra y siempre que no prevea volver a la habitación antes de 5 minutos, es recomendable que apague la luz. Pero además, si el usuario está interesado en reducir las emisiones de mercurio asociadas al uso de la lámpara, es recomendable que apague la luz al salir, si no prevé retornar a la habitación antes de 43 minutos. Finalmente, si el usuario esta interesado en reducir el coste económico de usar la lámpara ahorradora es recomendable que apague la luz si no prevé retornar antes de 7 minutos. Encender y apagar frecuentemente la lámpara ahorradora de energía en cada entrada y salida de una habitación no es recomendable pues dispara tanto las emisiones como el coste económico. Un resumen de los criterios encontrados es que se recomienda encender y apagar lo menos posible, mantener la lámpara encendida solamente el tiempo necesario para realizar la actividad y finalmente, en caso de salir de la habitación, apagar la luz si no se prevé retornar antes de tres cuartos de hora. Se recomienda especialmente no apagar la luz si se va a retornar a la habitación antes de 5 minutos.

Fuente: CIEMAT
Enlace: http://www.ciemat.es/portal.do?IDM=61&NM=2&identificador=44