Proyecto de Decreto por el que se regula la recolección de trufas silvestres en montes

El último número de la revista Surcos al natural (editada por el Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón) recoge el siguiente artículo elaborado por la Dirección General de Gestión Forestal sobre la regulación en la recogida de trufas silvestres en la Comunidad, en el que se destaca que la recolección de las trufas silvestres ha venido siendo una actividad de complemento de rentas en muchas comarcas aragonesas. A continuación reproducimos íntegro el referido artículo:

Las trufas, y en especial la trufa negra, constituyen un importante recurso de los montes aragoneses con suelos básicos y climas sin aridez, cuyo aprovechamiento y comercialización se ha desarrollado sobre todo en las comarcas de Gúdar-Javalambre y Ribagorza. La buena acogida de la regulación del aprovechamiento de las setas y la solicitud de parte del sector han motivado el inicio de una regulación específica para la recolección de setas en los montes aragoneses.

Los montes aragoneses muestran en buena parte del territorio unas características favorables para la existencia de las trufas, hongos ascomicetos de la familia de las tuberáceas cuya principal característica ecológica es vivir en simbiosis con determinados árboles (encinas, pero también quejigos o avellanos) a través de micorrizas ectotróficas. De esta relación simbiótica el hongo obtiene hidratos de carbono sintetizados por el árbol, mientras que este obtiene un mejor abastecimiento hídrico y por tanto de solutos minerales disueltos, mejorando el metabolismo del fósforo y el nitrógeno.

En España aparecen del orden de 20 especies de trufas, si bien sólo seis de ellas se consumen. En cualquier caso destaca por su valor gastronómico y valor la trufa negra (Tuber melanosporum), que es la especie utilizada en las plantaciones. Además también es frecuente la recolección de la trufa de verano (Tuber aestivum). Si bien su uso en la cocina de reyes y nobles era anterior, a partir de principios del siglo XIX se identifica la trufa como “diamante de la cocina”, comenzando la truficultura animada por los altos precios del producto. La recolección de las trufas silvestres ha venido siendo una actividad de complemento de rentas en muchas comarcas aragonesas, donde se presentan las condiciones ecológicas adecuadas, que vienen a coincidir con una pobre aptitud del medio para los cultivos agrícolas normales. La recolección adolece de problemas derivados de un empeoramiento de las condiciones del medio natural (disminución de las precipitaciones, densificación de las masas arboladas), que pone en riesgo la conservación del recurso. Esta disminución de producción de las truferas naturales agrava, si cabe, los problemas de furtivismo, derivados de la recolección incontrolada por parte de personas no provistas de la correspondiente licencia o autorización.

Por todo ello la Dirección General de Gestión Forestal ha creído conveniente abordar la regulación de la recolección de las trufas silvestres, haciendo distinción entre el uso de las trufas que puede hacer su propietario, los aprovechamientos con carácter comercial, y los usos científicos. Se articula la posibilidad de realizar el aprovechamiento en agrupaciones de montes, y se establece la coordinación entre los aprovechamientos en montes de utilidad pública, y su regulación mediante ordenanzas municipales. Se establecen además las condiciones ambientales que debe cumplir la recolección de las trufas, así como se prohíbe la utilización en la truficultura de especies alóctonas (trufas chinas) que en nuestros montes podrían comportarse como invasoras, desplazando a nuestras especies, de mayor calidad y precio. En el momento de redacción del artículo el proyecto se encuentra en fase de información y audiencia pública.