Podas salvajes: una manía innecesaria que daña los árboles y genera fealdad

"Hay que poner en boga la idea del bosque urbano", afirman los expertos

En nuestro país la poda de árboles se confunde, muy a menudo, con algo más parecido a la tala. En estos meses de inviernos es la época de la poda y en muchas ciudades se ven escenas de hacha y motosierra que no desmerecen en nada a los mejores éxitos del cine 'gore'. Árboles mutilados con el tronco desmochado desprovistos de casi todas sus ramas y, muchas veces, reducidos a una especie de candelabro fúnebre: un simple fuste con tres cortos muñones. Los árboles no necesitan podas. Por el contrario, sufren, se debilitan, enferman y mueren por ese manejo. Esta costumbre errónea deja un legado patético: árboles feos, contrahechos y que no dan los servicios que requerimos de ellos como la sombra o la belleza. Simón Cortés es jardinero profesional. También es colaborador de la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono y considera que "hacer un desmoche o un terciado es prácticamente cepillarse al árbol. En un árbol normal lo que habría que hacer es quitar las ramas que están secas o enfermas". Otro experto cree que hay que poner en boga la idea de bosque urbano: "Hoy nuestras ciudades son de asfalto, cemento, hormigón, cristal y aluminio y son ámbitos fríos, poco adecuados para la vida. Las personas que se dedican a planificar y ordenar las ciudades olvidan que el bosque urbano que necesitamos es una herramienta de carácter ambiental, de carácter social y psicológico. Mejora las temperaturas, emite oxígeno, frena los ruidos, hace de pantalla visual, captura partículas contaminantes, acoge y reúne a la gente y nos llena de belleza y nos conecta con la naturaleza y el paso de las estaciones".

Fuente: El Mundo
Enlace: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/02/01/ciencia/1296577965.html